Organizaciones deportivas en Bahía Blanca 2023 - Argentina
En Bahía Blanca, se estima que, por fin de semana, alrededor de 5.000 personas juegan al fútbol en distintos torneos de aficionados (Liga Comercial, LIFACAL, Bancaria, Intersindical, Profesionales, Confraternidad, Liga Oro Seniors, Universitaria y barriales), donde los árbitros quedan en el centro de la escena y, en la mayor cantidad de veces, son blancos de distintos tipos de agresiones, tanto verbales como físicas.
“No creo que haya más hechos de violencia que otros años, pero sí se nota mucha más intolerancia. La pandemia fue un quiebre en este tema. Ese año y medio sin actividad fue muy difícil para todos y la gente quedó más exaltada que antes. Y no sólo se ve en una cancha de fútbol, sino en todos los ámbitos”, señaló Gustavo Altuna, presidente de la Asociación Bahiense de Arbitros (ABA), que agrupa a 180 jueces y designa casi 100 por fin de semana para controlar las acciones de la Liga Comercial.
Precisamente, Luciano Udi, presidente de la Liga Comercial (es la más grande de nuestra ciudad al tener registrados 3.000 jugadores distribuidos en 120 equipos), señaló que lo sucedido en su certamen fue un caso aislado.
“Más allá del hecho reciente, creemos que es un caso aislado y está dentro de los parámetros previsibles. Nosotros pasamos de ser una liga de 60 equipos a los 120 en la actualidad. Organizamos 60 partidos por sábado, entre las 14 y las 18. Y el promedio de hechos graves sigue siendo el mismo: uno por año, que castigamos con la mayor dureza posible. Los implicados en este caso seguramente no van a poder jugar nunca mas en nuestra Liga”.
Mario Ciraudo, titular de la CIAF (Cooperativa Independiente de Arbitros de Fútbol de Bahía Blanca), que brinda servicios en la Liga de Fútbol Amateur del Club Liniers y en ligas barriales de nuestra ciudad y Punta Alta, reconoció que el fútbol amateur se transformó en un “caldo de cultivo” para hechos de violencia.
“Hace muchos años que dirijo fútbol amateur y creo que cambió mucho en el último tiempo. Antes los equipos se armaban para divertirse un rato, jugar entre amigos. Y hoy eso se transformó en el lugar donde canalizan todas las frustraciones que arrastran. Dejó de ser un cable a tierra. Se nota un mayor grado de violencia, ya sea verbal como física. Y creo que la pandemia significó un quiebre. Los jugadores volvieron mucho más nerviosos”.
Rodrigo Spikerman, uno de los coordinadores de la LIFACAL (de la que toman parte casi 50 equipos divididos en tres categorías de regulares y dos de veteranos), también fue en esa línea.
“La cantidad de expulsiones en nuestra liga es similar a la de años anteriores, pero sí han mutado los motivos. El 85% de tarjetas rojas es por insultar o amenazar al árbitro o bien por protestar en forma airada sus fallos”, puntualizó el dirigente "chivo".
Simultáneamente se están registrando peleas entre hinchadas.
“Lo que estamos viendo también es que hay mucha violencia desde las parcialidades. Antes eran familiares que iban a ver a alguien jugar, tomaban unos mates, se reían y se iban. Hoy se encarnizan contra nosotros, y muchas veces las mujeres son las más exaltadas”, contó Altuna.
“Nosotros trabajamos mucho en la prevención con los delegados de cada equipo, para que ellos asuman la responsabilidad de controlar a sus jugadores y sus parcialidades. Y da buen resultado”, manifestó Udi.
¿Qué está pasando?
La masividad que adquirió el futbol amateur con ligas en las que participan miles de jugadores y jugadoras, hacen que los hechos de violencia, parezcan algo extraordinario, pero de ninguna manera, es un problema menor.
Es que en la actualidad, se habla más de trompadas, codazos, patadas voladoras, peleas y suspensión que de gambetas, desbordes, rabonas, paredes, túneles o golazos.
“Se percibe una mayor resistencia hacia la autoridad. No es casual que también haya agresiones hacia inspectores de tránsito, por ejemplo, como también ha sucedido en estos días en la ciudad. Quizás no hay tantas agresiones físicas, pero sí hay más verbales. Los insultos o los escupitajos son casi moneda corriente, a veces contra los árbitros y la mayor cantidad de veces entre rivales”, señaló Altuna.
Gustavo Altuna, presidente de la ABA
“Vemos un nivel de intolerancia y conflictividad más grande que años atrás. Por suerte, en la gran mayoría de los casos suele resolverse con una expulsión y no pasa a mayores”, agregó Udi.
La severidad de las sanciones disciplinarias es una herramienta que utilizan las ligas como método de prevención.
“Nosotros hace bastantes años tomamos la decisión de erradicar la violencia de nuestra liga. Y para eso, somos muy duros con las penas, tanto individuales como colectivas. De esa manera, los propios equipos tienden a controlar los desbordes. De hecho, nosotros hemos llegado a expulsar a equipos completos”, dijo Udi.
Luciano Udi, presidente de la Liga Comercial
“La manera de frenar estas situaciones es con castigos ejemplares. En la Liga Comercial, donde nosotros dirigimos, tienen esa postura: sacar a los agresivos de las canchas y que sea una competencia sana. En ese sentido nos sentimos respaldados. Incluso, ya nos comunicaron que a partir de ahora, van a sancionar con la pena máxima que marca el reglamento. Si por una expulsión corresponde entre 2 y 5 partidos, se van a dar 5. Quizás ello leve a reflexionar a los jugadores”, contó Altuna.
Rodrigo Spikerman manifestó que en la LIFACAL, en los casos de agresiones, se castiga en forma individual a los jugadores que se logran identificar y hay quita de puntos y multa para los equipos.
Rodrigo Spikerman, organizador de la LIFACAL
“Hacemos mucho hincapié con los delegados y con los directores técnicos para que controlen a sus equipos y puedan frenar desbordes a tiempo. Paralelamente, con nuestro tribunal de penas acordamos aplicar penas severas ante este tipo de situaciones violentas. La idea es que las sanciones sean ejemplificadoras, para respaldar el trabajo de los árbitros”.
Mario Ciraudo señaló que los árbitros necesitan del respaldo de los distintos tribunales de penas.
Mario Ciraudo, presidente de la CIAF
“Nosotros pedimos que apliquen sanciones ejemplificadoras, para que esas situaciones no se vuelvan a repetir. Si eso no pasa, las agresiones se normalizan y se empiezan a multiplicar”.
Hasta hace algunos años, varias ligas amateurs se habían puesto de acuerdo para que las sanciones graves se transfieran de una a otra. Hoy eso no sucede.
“Antes las ligas amateurs utilizaban un mismo tribunal de disciplina, por lo que las sanciones se arrastraban de una liga a otra. Ahora eso no sucede, por lo que el jugador que recibe una sanción severa en un torneo, se pasa a otro y sigue jugando como si nada pasara”, contó Mario Ciraudo.
Udi explicó los motivos por los cuales no pudieron seguir implementando esa medida.
“Hemos intentado llegar a un acuerdo con otras ligas para que las sanciones severas se transfieran. Pero nos encontramos con trabas legales que lo hacen imposible. Hay muchas ligas amateurs en Bahía que ni siquiera están inscriptas. Por lo tanto, no tenemos forma de notificar la sanción que nosotros implementamos. O bien no tienen un tribunal de disciplina o pena, sino que lo hacen ellos mismos. Además, el jugador sancionado, con un simple recurso de amparo, encuentra el vericueto para poder jugar en otro lado”.
Todos contra el árbitro
La intolerancia hacia quienes imparten justicia es evidente.
“No es fácil dirigir fútbol amateur. Prácticamente son 3 personas contra el resto. Ante un hecho violento, no hay quién te defienda, porque es imposible poner policías en cada cancha y tampoco hay alambrado que te proteja”, manifestó Gustavo Altuna.
Y añadió: “Curiosamente no subió demasiado el número de expulsados o amonestados por fin de semana. Pero sí cambiaron los motivos: hoy hay más rojas por insultos o protestas airadas que por infracciones”.
fuente de la info : https://www.lanueva.com/nota/
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